La inicial rehabilitación de un pequeño edificio en el casco antiguo de Logroño consiste en acabar una obra ya empezada en 2008 y paralizada por la crisis del sector inmobiliario, concebido inicialmente en una vivienda y un pequeño local en planta baja para almacén ligeramente soterrado, el edificio se encuentra en la calle de pinchos más emblemática de La Rioja, la calle Laurel. Puesto de relieve al promotor la complicación de generar dos escaleras independientes en una planta tan reducida (45m2c), que sumado a la situación de la venta de viviendas y la idoneidad de la calle para un local gastronómico nos lleva a proponer e iniciar un proyecto unitario, aprovechando la verticalidad para enriquecer el concepto planteado de dedicar todo el edificio a Bar-Restaurante.
Planteamos una idea natural y metafórica en la completa concepción del Edificio; “La Vid”, de la parra Riojana que se adentra en la tierra para sacar lo mejor de ella en forma de uva y da nombre al Edificio. Decidimos debido a la escala hacer una pequeña “joya única”, para lo que se diseñaron en exclusiva a pesar del bajo presupuesto (94.000 Euros) por nuestro equipo, vinotecas, cuadros, lámparas, iluminación e incluso la propia mezcla de mortero de cal con arena del sur de España que recubre las paredes de tono avainillado. La piedra arenisca existente enmarca el acceso a esta “Vid”.
En Planta Baja se sitúa el Bar de Tapas y Vinos, donde priman las formas simples. Se genera una “colmena” a modo de botellero por la que se fuerza la circulación de aire entre celdas para mantener atemperados los caldos. La barandilla es un elemento continuo que genera una contrabarra de apoyo. Aquí el material es una imitación cerámica de hormigón, de gran durabilidad y de carácter frío dado lo transitorio de esta zona. En el techo se genera un elemento decorativo ramificado de iluminación secundaria evocando el inicio de la “Vid” a la que acompañan las lámparas racimo en su recorrido, y “acompaña” al cliente hasta la primera planta donde está el Restaurante y dos comedores, materializando casi literalmente la continuidad natural de un árbol.
Lejos de ser una idea yuxtapuesta , el reto aquí es el diseño de cada detalle, la distribución de usos , el diseño corporativo, mobiliario y el propio estilo de cocina, formando un conjunto que da vida al Edificio integrándose unos elementos en los otros. La complejidad de adaptar quirúrgicamente estructura, instalaciones y usos en un edificio preconcebido para otros de diferentes exigencias ha supuesto un esfuerzo enfocado en gran parte en la resolución de las instalaciones y el cumplimiento normativo de alturas y dimensiones. Resulta un pequeño proyecto histriónico donde la escala de detalle está duplicada para aprovechar cada cm2, y donde prima la sinceridad material sin catálogos ni referencias, haciendo una Arquitectura que se utiliza del detalle cuasi-barroco para enriquecer un mínimo espacio y devolver una “espectacularidad” teatral que no tendría de otra manera dadas sus dimensiones.